21/7: el tiempo que me obedece — Vértice

21/7: el tiempo que me obedece — Vértice

En Vértice las fachadas parecen hablar de precisión. Camino junto a un ventanal y me veo de perfil, concentrada sin gesto de guerra. Pienso en el relojero que conocí hace semanas: “El tiempo no se ahorra; se ajusta”.

Entro a un patio interior y enciendo el temporizador. Primer bloque: 21 minutos para lo que pesa. No abro nada más; solo esa tarea que siempre aplazo porque me recuerda algo de mí que prefiero no mirar. A los siete minutos de querer escapar, aparece el milagro discreto de la inercia: si no paro, el trabajo me toma de la mano y se hace solo.

Suena el descanso. Siete minutos son poco si intentas contestar el mundo, pero son perfectos para salir al borde, tomar agua y mirar lejos. Giro los hombros, suelto la mandíbula. Vuelvo distinta.

Segundo bloque: algo mío. Escribir tres párrafos, ordenar fotos, pensar un título. No importa si quedan perfectos; importa sostener el espacio que siempre negocio conmigo. Otra pausa: la ciudad como metronomo.

Tercero: orden. Lo que pedía respuesta, lo que puedo delegar, lo que va a “no ahora”. Me doy cuenta de que 21/7 no me hace productiva: me hace amable. No es correr en círculos; es caminar con compás.

Cierro el día con la sensación de haber obedecido a una música que no me grita. El reloj del patio marca lo de siempre, pero yo no.

Asi que ya sabes...

Divide tu mañana en tres movimientos: cerrar lo que pesa, crear algo tuyo, ordenar lo demás. Entre cada uno, ventana y agua. La constancia está en la pausa tanto como en el foco.

"Tu agenda te obedece."